Nuestra Historia
Reserva Quetzal nació con el propósito de conservar un fragmento del bosque nublado andino, uno de los ecosistemas más biodiversos del planeta. Lo que empezó como un refugio tranquilo en la naturaleza se convirtió en un proyecto de conservación dedicado a proteger la vida silvestre, restaurar el hábitat y recibir a visitantes que valoran el silencio, los bosques y las experiencias auténticas en la naturaleza.
Dónde Estamos
La reserva se encuentra en las estribaciones andinas, entre 1.700 y 2.400 metros, donde la neblina se mueve entre los árboles casi todos los días. Esta altitud crea un clima fresco y un bosque lleno de musgos, orquídeas, bromelias y una gran diversidad de especies que dependen de la humedad y la sombra.
Lo que hace especial a este lugar
77 hectáreas de bosque privado, protegido de forma permanente
Senderos tranquilos ideales para desconectar
Refugio para aves, mamíferos, insectos y plantas
Un espacio para explorar sin prisa
Perfecto para observadores de aves, fotógrafos, caminantes y quienes buscan tranquilidad
Conservación y Filosofía
Nuestro objetivo es claro: mantener este bosque sano.
Protegemos especies nativas, mantenemos áreas de regeneración natural y manejamos la reserva con un enfoque de bajo impacto. Invitamos a nuestros visitantes a caminar con suavidad, observar con paciencia y disfrutar del bosque sin apuros.
Todo lo que hacemos —desde el mantenimiento de senderos hasta la atención a huéspedes— sigue los principios de respeto, mínimo impacto y autenticidad.
Un Bosque Vivo
Reserva Quetzal alberga una extraordinaria variedad de vida.
Tangaras, tucanetes, trogones, colibríes, monos, armadillos e incluso el ocasional oso de anteojos recorren estas montañas. Cada visita revela algo distinto, y ningún día en el bosque nublado es igual al anterior. Aquí, el tiempo se siente diferente.
En el bosque el aire es fresco y la neblina transforma cada mañana. Los visitantes vienen a escuchar, respirar, fotografiar, caminar y reconectar con la naturaleza de manera simple y profunda.
Ya sea que visites por un día o te quedes varias noches, esperamos que la reserva se convierta en un lugar memorable: un rincón tranquilo de los Andes donde el bosque aún conserva su voz.


Un santuario privado de bosque nublado protegido con dedicación.




